Sí. Ya sabemos que La casa de papel es la mejor ficción española en años y la única en la historia de nuestro país reconocida con un Emmy Internacional. Si rebuscamos en el histórico de las ficciones españolas candidatas a este galardón nos encontramos incluso con premiadas en otras categorías. El premio ha recaído en joyas con otros formatos, como en el de mejor película para televisión con La cabina (1972), de Antonio Mercero, que también tuvo que lidiar con la censura de la época. Merecedora también de otro premio Emmy, en este caso en su categoría infantil, fue la gran Pulseras rojas (2015), fenómeno literario de Albert Espinosa que tomaría un formato audiovisual en forma de serie en TV3 de la mano del escritor y el director Pau Freixas. Después, esta historia sobre la vida de un grupo de niños y adolescentes enfermos de cáncer en el hospital saltaría a Antena 3 y a otras 15 televisiones de todo el mundo. Por el camino de las nominaciones se quedaron otras grandes apuestas, como la ya seña de identidad de la televisión pública nacional Cuéntame cómo pasó.
Las televisiones autonómicas vasca ETB y la madrileña Telemadrid también rozaron la gloria con el programa de la sexóloga Lorena Berdún Me lo dices o me lo cuentas. Un gran proyecto de llevar la educación sexual a los ciudadanos a través dela televisión pública que años después haría suyo TVE bajo la denominación Dos rombos. Por cierto, una colaboración entre televisiones autonómicas que se vuelve a repetir con las mismas cadenas en la serie policíaca sobre terrorismo yihadista, La víctima número 8.
A este gran elenco de producciones españolas nominadas a los Emmy se ha sumado este año de tapadillo una serie humilde del canal de pago Comedy Central con El fin de la comedia. La gran estrella de esta serie es el humorista Ignatius Farray, canario y poseedor de un estilo muy irreverente que incluso llega a chirriar (en mi opinión) en otros programas. Conocido como el loco de las coles en Muchachada Nui o el creador del grito sordo (aaaahh…!!!), adquiere magia en esta producción. Podría haber escrito magia con mayúsculas porque con El fin de la comedia te solidarizas con el personaje hasta límites insospechados. Ignatius se representa a sí mismo en una situación ficticia en la que al final de la serie no sabes cuánto hay de biográfico y real y cuánto de ficción. El caso es que el cómico se adentra por completo en una crisis de los 40 en la que el mundo se le viene abajo. Si en la primera temporada intenta obtener la custodia compartida de su hija tras la separación de su mujer, en la segunda temporada tendrá que hacerle frente a una enfermedad que parece grave.
Entre una temporada y otra han pasado tres años. Un factor sospechoso para una serie que no necesita un gran presupuesto. Sin embargo, este lapsus temporal no ha supuesto una pérdida de esencia entre un momento y otro. Parece que un duende les hubiera chivado a los de Comedy Central que si apostaban por otra temporada de El fin de la comedia, serían nominados a los Emmy. El duende de los Emmy quiso jugar con los protagonistas de nuestra historia. Cuando un trajeado e irreconocible Ignatius se presentó en la gala acompañado de los otros dos directores de la ficción, resulta que éstos ni siquiera tenían una mesa donde sentarse y ver la gala e incluso salir a recoger la estatuilla si finalmente eran premiados. Este mal augurio se solucionó pronto, aunque tal y como parecía… no se contaría en el resto de la gala con El club de la comedia. Un hecho que supondría un arranque de temporada triunfal para una hipotética tercera temporada.
Y es que el objetivo siempre ha sido ese: “Encontrar la poesía a la comedia. A la decadencia, a tocar fondo…”. Sin duda, misión cumplida. La serie consigue llenar de comedia situaciones tan angustiosas como una difícil situación económica, un desengaño amoroso, distintas enfermedades, el estar perdido en el ámbito profesional, el estar perdido en todos los aspectos de la vida…

Mejor en buena compañía
La presencia de amigos, otros profesionales del humor e importantes rostros de Movistar+, que colaboran en la comedia hacen que este proyecto pequeño en principio se haya convertido en algo más grande que ha llegado muy lejos, no a la cima, pero sí muy lejos.
Un ejemplo de los escoltas con los que ha contado Ignatius es uno de los profesionales más importantes de los medios de comunicación en España que aparece en un cameo y le dice a Ignatius: “Yo creo que tú eres un filósofo escondido, usas el humor para contar cosas importantes”. Una auténtica declaración de intenciones de lo que pretende la ficción y cuya sorpresa no voy a desvelar.
Por último, sólo me queda invitar a todo el mundo a que descubra cuál es el fin de la comedia a través de esta ficción amable, cruda y que a pesar de rozar el ridículo y abusar de personajes estereotipados en muchas ocasiones, merece la pena porque sorprende. Otro de los fines de la comedia.