El Dr. Maxwell Kirshner es un tipo cascarrabias, intransigente y muy racista, lo que no es impedimento para que sea respetado por sus compañeros de profesión como uno de los más brillantes cirujanos del mundo. Cuando un cáncer inoperable amenaza su vida, el doctor planea realizarse un trasplante de cabeza para burlar a la muerte y perpetuar su vida con un nuevo cuerpo. Pero antes de que consiga un cuerpo que reúna los requisitos cae en coma y es su ayudante quien tiene que tomar la decisión. Al despertar, el doctor se encuentra en un cuerpo negro, para espanto suyo.
Al contrario de como suele pasar, el cartel de esta película es un fiel reflejo de su contenido. Absolutamente todo lo que aparece en él sucede de verdad, por increíble que parezca: todo un desfile de persecuciones, puñetazos, piruetas, accidentes viales… Y era lógico, semejante argumento no puede ser sostenido con seriedad más de media hora, y la película acaba por no tomarse en serio a sí misma. Para alegría del espectador, claro, porque ver cómo el bicéfalo protagonista se carga unos treinta coches de policía (e incluso encuentra un hueco para ganar una carrera de motocross) es algo que no tiene precio. Por supuesto, la mayoría de los choques son distintas tomas del mismo coche, pero el efecto es el mismo.


El caso es que al final uno ya no sabe qué demonios está viendo… El popurrí de géneros acaba en un cachondeo general, cortesía de unas torpes fuerzas de la ley a lo Loca Academia de Policía, que siempre es una buena ocasión para pitorrearse de las autoridades.

Hoy el ridículo film suena a episodio de Los Simpson (de hecho fue parodiado en uno de ellos), pero hay que reconocer que tiene sus aciertos. Y es que, ¿quién puede resistirse a la escena donde gorila con dos cabezas, la cobaya del doctor, se cuela en un supermercado para hincharse a plátanos? Por desgracia con tanta persecución las buenas ideas (vale, “buenas”) que se le intuyen se quedan sin desarrollar y el metraje va perdiendo interés según va avanzando. Es terrible que el elemento que más potencial tenía, el del médico racista en un cuerpo negro, no se explote lo suficiente, pero aún más pena da que el carismático simio no obtenga el protagonismo que merecía.

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