John Wick: Capítulo 3 - Parabellum

Sorprende y alegra cómo John Wick ha conseguido pasar de una serie B que ni siquiera llegó a los cines de España ni editarse en formato doméstico a convertirse en uno de los estrenos más esperados del año. Sorprende porque es una franquicia hecha a sí misma, basada en una idea original y sin una gran maquinaria de marketing detrás. Y alegra porque ese éxito es fruto del trabajo duro y de saber entender que hay un público sediento de cine de acción honesto. Ese cine de tortas y tiros bien filmado, basado en la pericia de los especialistas, que lleva demasiados años siendo ignorado por los grandes estudios, más interesados en producciones amables vendibles para toda la familia.

Esta tercera entrega de John Wick, a la que ya no le da vergüenza incluir un tres en su título porque se sabe respaldada por una entusiasta base de fans, enlaza directamente con John Wick: Pacto de sangre. El ya icónico asesino debe enfrentarse a las consecuencias de sus acciones en la película anterior y emprende una tortuosa carrera en busca de una salida que le permita salvar el culo. Malherido y con una diana en la cabeza, la película es una frenética yincana de algo más de dos horas de metraje que sube las revoluciones con unas cotas de violencia aún mayores y unas coreografías de ver para creer.

A estas alturas la intención del director Chad Stahelski es bastante clara. Si las catedrales del gótico fueron un delirante intento de acercarse a Dios por medio de construcciones cada vez más altas y retorcidas, John Wick es un intento de poner el listón más alto con cada nueva entrega. Ya recuperados del tremendo crescendo que supuso la primera secuela, en esta ocasión el ejercicio es mucho más autoconsciente. Todos sabemos a qué hemos venido y ahora se trata de ver hasta dónde llegamos.

Con Parabellum se vuelve a subir el nivel, fruto de esa obsesión con el “más difícil todavía” que es el mismo germen de John Wick. Desde la primera escena mantiene al espectador con los ojos desencajados y una sonrisa de gozo en la boca, preguntándose si ya está, si la película puede ir aún más lejos. Y lo hace, desde luego que lo hace. Me faltan adjetivos para describir lo apabullante que resulta este espectacular ballet de casquillos de bala y huesos rotos.

John Wick: Capítulo 3 - Parabellum

Aunque se trata de una cinta eminentemente visual cuyo motor es una sucesión de set pieces tan elaboradas como bellamente filmadas, este tercer capítulo no pierde la ocasión de enriquecer aún más la mitología de la saga. Lo hace invirtiendo en cierto modo la estructura de Pacto de sangre, dejando para el final los juegos de poder en esa sociedad oculta que mueve los hilos y preparando el terreno para una ya confirmada cuarta parte.

Es esa la única pega que se le puede poner a John Wick: Capítulo 3 – Parabellum. Después de dos horas extraordinarias del mejor exponente del cine de acción occidental actual, la función acaba con un cliffhanger que deja un sabor agridulce. Bien está saber que Keanu Reeves volverá a vestir el traje. Bien está el convencimiento de que el equipo creativo detrás de la serie nos demostrará que aún no ha tocado techo. Bien está mantener la curiosidad sobre hacia dónde se dirigirá ese fascinante submundo de asesinos en serie ocultos a ojos de todo el mundo. Pero esperar como muy pronto otros dos años para conocer el destino de Baba Yaga… Ay, eso no está tan bien.

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