
Jamás se puso tanta poesía al hecho siempre trágico de un suicidio. La cineasta Carolina Astudillo utiliza un lenguaje tan apasionante como arriesgado para relatar una vida que hasta el último momento dudas de su veracidad. Ainhoa fue una de tantas jóvenes que se cansaron de buscar su sitio en la vida. Nadie se lo había arrebatado, nadie (que se sepa) le rompió el corazón o abusó de su confianza, nadie la llevó al abismo. Sin embargo, tampoco hubo nadie que fuera su pilar fundamental, nadie estuvo con ella incondicionalmente, nadie la hizo quedarse.
Formidable recogida de información
Con un trabajo que se acerca en gran medida a lo periodístico, la directora Carolina Astudillo recopila información sobre la vida de Ainhoa de fuentes tan diversas como sus diarios, testimonios de familiares, amigos, fotografías, vídeos… Un trabajo impecable que además ella misma se encarga de ampliar con recreaciones ficticias y que aportan a la película una diversidad metodológica sin restarle veracidad a la historia. Un gran trabajo motivado por una potente curiosidad de conocer qué llevó a Ainhoa a tomar esa terrible decisión.
Una realidad silenciada
El suicidio es uno de los grandes tabús de nuestra era en la sociedad occidental. Diversas teorías psicológicas han establecido un cordón sanitario al tratamiento informativo de los suicidios para evitar un efecto contagio. En los últimos años otra gran lacra social hizo que se abriera una rendija a la información sobre los suicidios. La violencia machista se ha convertido en un fenómeno social cuya incidencia ha obligado a los medios de comunicación a establecer un nuevo código informativo. En ese código se ha acordado informar sobre los suicidios producidos por los maltratadores tras llevar a cabo la agresión.
Sin embargo, fuera ya del ámbito de la violencia de género, cada vez son más las voces de psicólogos profesionales que apuestan por tratar el tema de una manera abierta para poder combatirlo cara a cara. Algo que ha generado un debate intenso que aún no se ha materializado en un cambio en el código informativo al no haber una unanimidad o una mayoría aplastante en el seno de la psicología. Ahora las informaciones y datos a los que podemos acceder son de recuentos anuales, frente al “minuto a minuto” que proponen las voces discordantes.
Por otra parte, el monstruo de Netflix ha alimentado a esa parte de la sociedad que prefiere adentrarse en la mente de la persona suicida para poder combatir las “razones”. Imaginando que la compañía no busca el bien o el interés público, podemos pensar que lo único que le ha llevado a crear la serie “Por trece razones” es el morbo de tratar un tema tabú y mezclarlo con un público juvenil deseoso de retar los cánones sociales. Sin embargo, pese a su interés meramente comercial, es innegable que la serie ha supuesto un impulso a las campañas que persiguen el acoso escolar y a que se trate el tema de una manera más abierta y sin tapujos. Verbalizar, visibilizar y empatizar son claves para tratar el problema de la depresión, que en los casos más extremos lleva al suicidio. Un éxito social de la plataforma audiovisual.
Algo se mueve en España
El debate está en la calle en la sociedad occidental. Y mientras que existe una tendencia internacional hacia la legalización de la eutanasia, también se opta por proteger la vida mediante la lucha contra el suicidio. El pasado mes de septiembre, el Gobierno español ponía el asunto sobre la mesa y lanzaba una estrategia para la creación de un plan de prevención de suicidios en España. Las bases serían la detección precoz y la publicidad, con lo que se invertiría por completo el paradigma utilizado hasta ahora que quizá también afectase al tratamiento informativo del problema.
Una medida necesaria ya que los últimos informes certifican unas cifras lamentables e inadmisibles que en el último año se han incrementado en un 3%.
Un lenguaje efectivo pero difícil de consumir
La gran labor de Carolina Astudillo aborda el hecho desde una perspectiva bastante multidisciplinar, algo que dota al film de un trabajo inmenso. Sin embargo, el lenguaje utilizado se aleja de lo que podríamos entender como comercial o fácil de consumir, por lo que se deshace de un público potencial.
Un trabajo concienzudo que lleva a la directora a intimar con la personalidad de la que un día fue Ainhoa. Hasta tal punto que la directora llega al sentimiento de que ella y su protagonista podrían haber llegado a ser amigas si la vida les hubiera unido. Una hipotética relación que quizá hubiera dado a Ainhoa la amiga real que al parecer no tuvo… o de la que una vez decidió alejarse. El film, y quizá la mirada de la directora, nos hace ver a Ainhoa con buenos ojos y no sabemos si esa personalidad enfermiza dio lugar realmente a una mala persona, sin embargo el drama supone un fracaso colectivo para los que la rodearon y para toda la sociedad. Siempre quedará la duda de si Ainhoa hubiera tomado el mismo camino de tener en Carolina a esa amiga con la que esta fantasea en convertirse. Una historia que nos empuja a pensar en todos aquellos “y si…”.
*Por respeto a la memoria de la fallecida he intentado poner el menor número de imágenes posibles.