Desde que un antiguo miembro de un grupo de amish fue expulsado, sus antiguos “hermanos” no le han dejado en paz a él ni a su pareja, a la que acusan de ser un íncubo. Cuando un extraño accidente pone fin a la vida del muchacho, Martha tendrá que enfrentarse a la hostilidad de sus vecinos y a un misterioso acosador que quiere verla muerta.
Los amish viven en pequeñas comunidades cristianas muy fundamentalistas y suelen estar encabezados por un férreo patriarca que vela por la integridad moral del grupo. Lo más vistoso de esta gente es que rechazan el uso de tecnología más avanzada que el carromato, camisas con botones inclusive. Siendo como son los amish una gente tan curiosa, resulta extraño que su retrógrado estilo de vida no haya sido más explotado para deleite de los que sí podemos ver películas. Una simpática excepción fue el capítulo Cambio de sexo de la primera temporada de Expediente X, una buena muestra de lo perturbadoras que pueden resultar las herméticas comunidades religiosas. Por desgracia Bendición mortal no es, ni mucho menos, tan acertada.
La película chirría desde el principio. La trama prácticamente se limita al poco creíble conflicto de vecinos y una dirección sin garra tira por tierra la efectividad de las escasas escenas de suspense. Lo peor de todo es la figura del “asesino misterioso”, cuya actuación es narrada con torpeza y desinterés (más bien parece el “bromista misterioso”). Las partes de drama, que no son pocas, no gozan de mejor resultado; los personajes son totalmente planos y no se llega a profundizar mínimamente en ninguno. El único papel que promete algo de emoción, el interpretado por Michael Berryman (más conocido como “ah, el feo ése”), es borrado de un plumazo casi al principio.
Se intuye un evidente desinterés en la producción. La cantidad de errores de continuidad y descuidos (¿quién se mete a la bañera con la ropa interior puesta?) llega a ser irritante en algunos momentos. Súmenle a todo esto un look de telefilm cutre y tendrán entre manos una soberana bazofia que aburre desde el principio hasta el disparatado final.
Al parecer la versión española de la película fue recortada en casi un cuarto de hora. Ignoro lo que puede esconderse en ese oscuro minutaje, pero no creo que sea suficiente para salvar esta historia mal ideada y peor contada.
No dejo de extrañarme de que se considere a Wes Craven uno de los maestros del cine de terror. Exceptuando un par de obras maestras puntuales (¿suerte?), su filmografía en general está llena de mediocridad y desatinos. Bendición mortal es una muestra de su cine más anodino y vulgar, una película merecedora del justo olvido al que ha sido desterrada.