‘Deserter’s Songs‘ es un disco extraño grabado en circunstancias extrañas. Tres años después del descalabro comercial de ‘See You on the Other Side‘, Mercury Rev se encontraba contra las cuerdas. Al desencanto provocado por el fracaso del que iba a ser su gran salto a la fama hubo que añadir problemas con las drogas, de salud, rupturas amorosas, la salida de su batería y un agrio desencuentro entre los líderes Jonathan Donahue y Grasshopper, antes amigos que compañeros de banda. Mercury Rev era un polvorín a punto de explotar, pero de algún modo consiguieron mantenerse a flote el tiempo suficiente para preparar el que, estaban convencidos, sería su último trabajo antes de apagar las luces y cerrar con llave al salir.
Quizá fuera precisamente la frustración y el dolor acumulado lo que permitió que el dúo creativo se sacara de la manga un disco que, veinte años después, es recordado como su mejor obra. Un álbum inclasificable, a veces incluso desconcertante, que sin embargo se convirtió, para sorpresa de sus propios autores, en uno de los lanzamientos más aclamados de 1998. Y, a la postre, en uno de los discos esenciales del pop-rock indie de finales de los 90.
El vigésimo aniversario del plástico ha servido de excusa para que Mercury Rev regrese a esa etapa con una gira especial “remember” que ha tenido parada en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia. A pesar de su motivación nostálgica, no ha sido el de este sábado uno de esos refritos de aniversario tan en boga entre formaciones veteranas en horas bajas. La banda de Buffalo se ha presentado con el propósito de rescatar gran parte de las canciones del álbum, por primera vez, tal como fueron compuestas originalmente. Esto es, en formato semiacústico, a tres guitarras y teclado, sin percusión, bajo ni, por supuesto, orquestas enlatadas.
El propio Donahue comentó al público que no debían extrañarse si al principio les costaba reconocer algunas melodías. Es comprensible. Despojadas de florituras, las canciones del desertor sonaron con una delicadeza cristalina que poco tenía que ver con los arreglos marcianos introducidas por el productor Dave Fridmann en el estudio.
Y es que, si me preguntáis a mí, el ‘Deserter’s Songs‘ original está lastrado por una sobreproducción que tira por tierra gran parte de la doliente ensoñación que deberían desprender las composiciones de Donahue y Grasshopper. Este sábado, por fin, ‘Holes’, ‘The Funny Bird’ o ‘Goddess on a Highway’ sonaron como lo que siempre debieron ser: hermosos lamentos para escuchar bajo las estrellas.
Durante este concierto íntimo, que solo cabe calificarse de exquisito, hubo algunos momentos para la extravagancia, como el toque de serrucho durante la instrumental ‘I Collect Coins’, la pastosa ‘Endlessly’, con su ramalazo navideño incluido, o el ruidismo apoteósico al final de ‘Opus 40’, pero en general el sonido se mantuvo sobrio e impecable, muy lejos de la opulencia que Mercury Rev suele exhibir en sus conciertos de mayor formato. El público salió ganando.
La maravillosa ‘The Dark is Rising’ cerró la noche con una nota alta, dejando en el aire el deseo de que esta gira sea conservada para la posteridad en forma de disco en directo. Y es que, después de saborear las piezas tal y como fueron concebidas, en su versión más cruda y sincera, resulta muy difícil volver a digerir los excesos de su versión de estudio. Puede que sea el gran clásico de Mercury Rev, pero ‘Deserter’s Songs‘ siempre se complicó la vida más de lo necesario.