Pagar 40 euros por un libro siempre se hace cuesta arriba, sea cual sea el nombre que figura en la portada. Que el libro en cuestión sea un cómic y yo entienda perfectamente las complicaciones que supone imprimir y encuadernar un tochazo de casi 800 páginas ilustradas a color no hace que la cifra se vea más pequeña. Pero Garth Ennis es Garth Ennis y desde que supe que The Boys, una serie que llevaba unos años queriendo leer pero no encontraba el momento, sería recopilada en unos fabulosos tomos integrales supe que la cosa no podría alargarse mucho más.
Pero sí lo ha hecho, 40 euros son 40 euros y el trayecto de esta obra hacia mi casa ha resultado largo, penoso y lleno de remordimientos. Pero ya está, está hecho, y el primer integral de The Boys ha resultado merecer, como en el fondo ya sabía, cada maldito céntimo que he pagado por él.
Simplificando mucho las cosas, podemos decir que The Boys es algo así como una reinterpretación extremadamente gamberra de Watchmen. Garth Ennis nos presenta un mundo donde proliferan los superhéroes, mamarrachos con superpoderes que se encargan de proteger a los ciudadanos de innumerables peligros. Sin embargo, con el tiempo estos individuos se han convertido en un peligro para la sociedad. Cegados por su superioridad campan a sus anchas como si la ciudad fuera su patio de recreo particular, sin preocuparse por los daños colaterales que causan continuamente, ya sea destrozando edificios o matando a inocentes que se cruzan en su camino.
El Gobierno necesita meter en cintura a los superhéroes, cada vez más inmorales y corruptos, pero también les teme. Con el objetivo de frenar sus excesos se crea The Boys, un grupo encubierto que se encarga de recordarles que no están por encima del bien y del mal. ¿Quién vigila a los vigilantes? Pues unos hijos de perra de cuidado que no dudan en recurrir a la extorsión, a la humillación pública o incluso al asesinato para bajarles los humos a los ‘súper’ cada vez que sea necesario.
Sin desmerecer el magistral arte de Darick Robertson (ilustrador de Transmetropolitan y otras cosas para DC y Marvel), desde la primera página el protagonista absoluto es el guión de Garth Ennis, quien logra con creces lo que parecía imposible: rizar aún más el rizo con una obra aún más ofensiva, salvaje y pasada de vueltas que Predicador. Si este disparate funciona es gracias a su pluma en estado de gracia, una metralleta de diálogos chispeantes y situaciones incómodas. Como las aventuras del reverendo Jesse Custer, The Boys no es una lectura para todo el mundo, abundan las depravaciones sexuales, la ultraviolencia y un humor más negro que el infierno, pero si nada de eso supone una barrera insalvable el lector se encontrará con un cómic tan burro como excepcional, capaz de darle una bofetada con la mano derecha y acto seguido matarle de la risa con la izquierda. La narración se las arregla para resultar imprevisible en todo momento y pasar cada página es una auténtica delicia porque no sabes qué demonios te vas a encontrar a continuación, si algo horrible, algo hilarante o algo tan horrible que resulta hilarante.
Las tramas funcionan, a pesar de ser absolutamente demenciales, y lo hacen gracias a los personajes, todos ellos con motivaciones y un pasado que aportan coherencia a su locura. Lo que hace grande a The Boys, como a Predicador, es que en ningún momento cae en la provocación por la provocación, por muy escandalosas que sean las escenas que pone sobre el papel. Todo tiene un sentido, una maldita buena razón, y si uno sabe dónde mirar puede encontrar algunas reflexiones sobre las que vale la pena pararse a pensar.
Como el grupo que le da nombre, The Boys se sirve de la brutalidad y la mala leche para defender la decencia en un mundo corrompido por el hedonismo mal entendido. Usa la tontuna para transmitir ideas muy inteligentes y lo hace tan bien que después de leer casi 800 páginas en dos días no puedo hacer otra cosa que inclinarme una vez más ante este loco irlandés que, maldito sea, lo ha vuelto a hacer.
The Boys, Integral nº1 (de 3). Guión: Garth Ennis. Dibujo: Darick Robertson, Peter Snejbjerg, John Higgins. Tintas adicionales: Rodney Ramos. Color: Tony Aviña. Norma Editorial. 1ª ed. abril 2013. Cartoné 17x26 cm. 752 páginas a color. PVP: 39,95 euros
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