El ser humano es desconcertante. La de mofas que he tenido que aguantar desde los tiempos del instituto por mi afición a la literatura fantástica, que si espadas mágicas por aquí, que si elfos vestidos de princesita por allá… Y ahora, por prodigio de la HBO, los temas de moda entre la muchachada son lo hijos de puta que son los Lannister o las ganas de que los dragoncitos de Daenerys se hagan grandes para convertir el trono de hierro en un charco humeante de metal fundido.

Contra todo pronóstico, Juego de tronos ha desatado una auténtica fiebre por la obra de George R.R. Martin, incluso superior en cierto modo a la tolkienmanía que despertó El Señor de los Anillos hace una década. En parte se entiende, Tolkien mola y la superproducción que se gastó el ex orondo Peter Jackson no era para menos, pero debajo de todos esos orcos y esas batallas épicas subyace un trasfondo incómodo por cursi y trasnochado, una ingenuidad pasada de moda que llevó al personal a pasar página con tanta premura como llevó su primer pie a la Tierra Media.

Nada que ver con la saga del, este sí, orondo George R.R. Martin, una narración que destila una mala leche mucho más en boga con los tiempos que corren. No hay elfos cantarines ni odas a la naturaleza en Poniente, solo putas, incesto, bastardos, traiciones y asesinatos, un mapa de la miseria humana que refleja mucho mejor los demonios que nos atormentan en el feliz siglo XXI, donde el único orco de Mordor que nos quita el sueño es el cabrón del vecino del tercero, que se pone a mover muebles a las tantas de la madrugada.

No cabe duda de que la Canción de hielo y fuego que nos canta George R.R. Martin nos resulta muy familiar, a pesar de llevarnos a tierras de leyenda. En un plano puramente literario también le debemos haber llevado la fantasía épica a cotas de corrosismo y mala sombra inéditas hasta la fecha. En definitiva, una obra hija de nuestro tiempo.

Podemos hablar de la culminación de una transformación en el género que ya se veía venir durante la década de los 90, cuando se inició una progresiva transformación para llegar a un público más adulto y contemporáneo, ya sea por medio de tramas más realistas, con más elementos de novela histórica (aunque sea historia fantástica, a fin de cuentas), o sencillamente fórmulas narrativas de mayor nivel.

Este repentino interés por la espada y brujería nos brinda un gran momento para desterrar los prejuicios y entregarse a un género literario tan legítimo como los demás, pero estimulante como muy pocos. Y aquí estoy yo para ofrecer algunas recomendaciones que sirvan de orientación para todos aquellos aventureros que quieran seguir escuchando el sonido de las espadas cuando la canción de hielo y fuego haya finalizado. ¡Posadero, una ronda de tu mejor hidromiel para todo el mundo!

Saga de Geralt de Rivia, de Andrzej Sapkowski

Esta especie de Don Quijote polaco narra las aventuras de un brujo errante que se dedica a la no muy apreciada profesión de matar monstruos por dinero y en ocasiones se ve involucrado, contra su voluntad, en intrigas políticas que ponen a prueba su autoimpuesta neutralidad. Desde un punto de vista desmitificador y mordaz, el antihéroe se ve forzado a elegir el mal menor en la mayoría de las ocasiones, ya sea enfrentándose a criaturas típicas de los cuentos de Europa del Este o intentando salir de una pieza de conspiraciones políticas que le superan.

La serie se compone de siete libros de notable calidad literaria: El último deseoLa espada del destinoLa sangre de los elfosTiempo de odioBautismo de fuegoLa torre de la golondrina y La dama del lago. Los dos primeros, más ligeros y con más humor, son recopilaciones de relatos cortos protagonizados por Geralt de Rivia. Estas historias autoconclusivas son una presentación de los personajes y sirven de prólogo para una extensa y complicada trama que se desarrolla a lo largo de los cinco siguientes, de un tono más épico y oscuro, sin prescindir de pinceladas ocasionales de ironía con muy mala leche. Igual de recomendable es la andadura del personaje en The Witcher y su secuela, dos videojuegos como dos soles que narran eventos posteriores a los libros.

Añoranzas y pesares, de Tad Williams

Hay dos maneras de iniciar una revolución: romper con todo y replantear las reglas del juego o bien guardar las apariencias para iniciar la revolución desde dentro. A este segundo grupo pertenece esta tetralogía, que se vale de una fórmula y un desarrollo heredados directamente de El Señor de los Anillospara llevarlos a su propio terreno. No hay motivos, a priori, para esperar nada destacable de una historia tan poco original que su sinopsis es insultante: el tortuoso ascenso del héroe por accidente, Simón Cabezahueca, un humilde pinche de cocina destinado a convertirse en la última esperanza frente al villano de turno: Ineluki, Rey de la Tormenta.

Tad Williams se las arregla para convertir este topicazo de manual en una aventura deliciosa, gracias sobre todo a unos personajes que evolucionan de forma muy creíble conforme avanza la narración, de estos que acaban enamorando al lector. A esto ayuda la propia extensión de la saga, bastante considerable, permitiendo que todo fluya de forma natural, tomándose su tiempo para construir poco a poco una gran historia. Conseguir que un lector adulto se crea estas chorradas de magias y profecías es difícil, pero Tad Williams no solo consigue esto, también algo mucho más complicado: que todo esto además le importe.

Añoranzas y pesares no es lo más original que ha dado la literatura fantástica, pero sí se cuenta entre lo más disfrutable. La serie se compone de cuatro libros: El trono de huesos de dragónLa roca del adiósA través del nido de ghants y La torre del ángel verde. Imposible no recordarlos con cariño incluso años después de devolverlos a la estantería.

La Torre Oscura, de Stephen King

Dentro de la vastísima producción del prolífico e irregular (aunque casi nunca despreciable) Stephen King hay de todo, incluso una saga épica única en su especie, una extravagancia que conjuga sin ningún problema fantasía, terror, ciencia ficción y spaghetti western. Con siete libros escritos a lo largo de varias décadas y un octavo en camino, se nota que la planificación previa de King ha sido escasa y la narración transcurre un poco a salto de mata, cosa que curiosamente no afecta negativamente a la historia, sino todo lo contrario.

El viaje iniciático de Rolando, un  pistolero cetrino que recorre un mundo macabro y extraño en busca de una incierta Torre Oscura, y lo absurdo y errático de la narrativa acaba dándole un extraño aire onírico nada intencional. No es de fácil lectura ni está destinada a todo el mundo, pero la obra brilla especialmente cuando King consigue transmitir la hostilidad de un mundo cruel y salvaje que llega a infundirle respeto al lector.

Por lo visto la HBO está preparando una adaptación, así que en breve tendremos Torre Oscura de sobra en las librerías de toda España.

La canción de Albión, de Stephen R. Lawhead

El autor del Ciclo Pendragón repitió con esta trilogía su eficaz uso de la novela épica como vehículo para dar vida a las tradiciones y mitos celtas. Todo comienza en la Escocia actual con la aparición de un uro, una especie de toro ya extinta. Unos estudiantes interesados en el caso siguen el rastro del animal y llegan hasta un antiguo cairn celta donde una fisura temporal les permite viajar hasta la mítica Albión. Lo admito, es una premisa algo ingenua y cutre, pero necesaria para colocar a unos personajes de nuestro tiempo en medio de una cultura ancestral que solo conocen por medio de sus estudios.

Sin comerlo ni beberlo, estos dos extraños se convierten en parte de un conflicto bélico bastante bien llevado. Sin embargo, lo más interesante de La canción de Albión es el retrato bastante acertado y cercano que ofrece de la sociedad celta, consiguiendo que el lector, como los propios protagonistas de la historia, deje nuestro mundo para sentirse parte de su fascinante cultura.

La canción de Albión se compone de tres libros: La guerra del paraísoMano de plata y La última batalla.

Elenium, de David Eddings

Aunque no se libra de unos cuantos elementos mágicos bastante chorras, las intrigas políticas y eclesiásticas en un mundo medievalísimo toman el protagonismo en esta trilogía, atípica y ordinaria a partes iguales. Por un lado tenemos la clásica trama de salvar a la princesa, sin embargo su desarrollo dista bastante de lo habitual, empezando por el protagonista. La misión recae sobre los viejos hombros de Falquián, un caballero paladín ya entrado en años que se presenta como un personaje terco y malhumorado que brinda momentos bastante buenos.

Son tres libros, El trono de diamanteEl caballero de rubí y La rosa de zafiro, que se leen con gusto y a buen ritmo. Si bien Eddings está bastante lejos de George R.R. Martin, Elenium es en cierto modo una versión más modesta y amable del tipo de fantasía que encontramos en Canción de hielo y fuego.

Crónicas del señor de la guerra, de Bernard Cornwell

Muy recomendable revisión del mito artúrico desde el punto de vista de la ficción histórica. Aunque podemos englobar esta saga dentro de la fantasía épica, en realidad los elementos fantásticos brillan por su ausencia y la escasa magia que aparece se ve retratada como algunos de los sucesos paranormales de Expediente X, dejando al criterio del lector interpretarlos como anomalías puntuales, coincidencias o trucos de feria.

Lo que sí abunda son grandes batallas protagonizada por los bretones, narradas con crudeza y pasión, y las intrigas palaciegas. Aunque el autor está más interesado en contar las desventuras de los compañeros de armas que tuvieron que hacer frente al mismo tiempo a los anglosajones, a los irlandeses y a las fricciones religiosas, de vez en cuando aparecen en escena personajes tan conocidos como Arturo, Ginebra o Merlín, retratados desde un punto de vista humanizador, con evidente regodeo en sus defectos y miserias.

Tres libros forman las Crónicas del señor de la guerraEl rey del inviernoEnemigo de Dios y Excalibur: Una novela de Arturo. Que nadie espere de ellos una gran fidelidad histórica, aquí cuenta más la historia que la Historia y el resultado bien justifica las licencias que se toma Cornwell. La novela histórica para el que la quiera.

Esperanza del venado, de Orson Scott Card

Más conocido por sus novelas de ciencia ficción, como la popular El juego de Ender, Orson Scott Card también ha tocado otros palos. Una buena muestra de ese otro Card es la nunca suficientemente apreciada Esperanza del venado.

Esta novela autoconclusiva es muy distinta de las grandes sagas arriba mencionadas. Hay magia y conflictos para dar y tomar, pero su tono se asemeja más a las leyendas populares. Card formula aquí una serie de mitos muy personales, llenos de alegorías y mensajes morales. Como buen mormón, esto es una constante en toda su obra, sin embargo en esta novela consigue dejar una serie de reflexiones sobre el ser humano sin caer en la moralina barata, algo que no siempre consigue con éxito.

El tono de leyenda y la fuerte personalidad de los personajes le dan bastante contundencia a una historia grave y dramática, con trazos de tragedia griega. Es especialmente recomendable la reciente edición de Bibliópolis, con una nueva traducción que le hace mayor justicia al estilo elaborado del original.

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