Corría el año 1994 y aunque entonces yo apenas tenía 9 primaveras ya era completamente consciente de que acababa de presenciar un hito televisivo que sacudiría los cimientos de la sociedad española. Hablo, claro está, del “niño del mechero”, uno de los primeros frikis mediáticos de la historia y aún hoy motivo de sonora celebración cada vez que a alguien le da por remover la nostalgia colectiva en una de esas conversaciones de “eh, ¿os acordáis de…?“.

El salto al estrellato de Cesáreo “El Chicharra” (como le conocían familiares y amigos antes de convertirse para siempre en el “niño del mechero”) se produjo dentro del mítico programa ‘Al Ataque‘, presentado por Alfonso Arús y su peluquín en su momento de mayor gloria. La escena, repetida hasta la saciedad dentro del propio programa y recuperada sucesivamente por otros tantos espacios de Antena 3, es de sobra conocida. Un chico joven de etnia gitana es entrevistado por las cámaras de la cadena cuando, sin previo aviso, un huevo impacta sobre su cara, derramando su contenido sobre su chaqueta y parte del cabello. Presa de la indignación, el muchacho arremete contra su prima, la “mierda la Sole“, autora del huevazo, a quien amenaza con meterle “con el mechero“. Pronto las frases del chaval hallaron resonancia en los patios de colegio de toda España, para horror de las niñas llamadas Sole, que rápidamente tuvieron que aprender a esquivar huevazos y mecheros por doquier. Había nacido un mito.

Lo que menos gente conoce es que el “niño del mechero” volvió algunos meses después a Antena 3, donde fue entrevistado por el incombustible buscafrikis Javier Càrdenas. Aunque menos espontánea y divertida, esta entrevista sirvió para ponerle nombre a Cesáreo “El Chicharra” y rostro a la “mierda la Sole”. También sirvió para arrojar algo de luz sobre los aspectos que rodearon al incidente, además de abordar otras cuestiones como el precio de la fama, el destino que sufrió la chaqueta o el tipo de relación que mantenían ambos primos.

Un segundo huevazo puso el colofón a este comeback, donde un Cesáreo mucho menos cabreado se limpiaba con fingido enfado mientras sostenía un fajo de billetes con la otra mano. No se alcanza a distinguir la suma total obtenida a cambio del huevazo, pero es evidente que se trata de una cantidad bastante considerable para la época, más todavía para un muchacho de origen humilde y marginal.

Resulta imposible precisar con exactitud la suerte que corrió el mítico “niño del mechero” después de alcanzar el estrellato. Numerosas fuentes afirman que murió de sobredosis poco después de su segunda aparición, tras gastarse en droga todo el dinero que había recibido de Antena 3. Es probable, pero yo prefiero imaginármelo desvaneciéndose en el horizonte, como el héroe de un western, después de haber cumplido con su cometido. Y es que, esté donde esté Cesáreo “El Chicharra”, la llama de su mechero seguirá ardiendo para siempre en nuestros corazones.

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